dilluns, de maig 23, 2011

[es ] La hora de la ruptura constituyente


Primer borrador de artículo para Diagonal. Una segunda versión diferente en sus contenidos, pero congruente en sus tesis, será colgada en breve. Esta misma es la versión más reducida: mañana o pasado cuelgo la más larga. Mientras, ahí estaremos, entre los de la foto!

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Ya está aquí. Gracias a Democracia Real Ya, por fin tenemos el gesto de ruptura que tanto esperábamos. En mi anterior artículo para Diagonal apuntaba a la necesidad de este gesto desobediente que pusiese en marcha el movimiento. Concluía mi diagnóstico de entonces esperando que sucediese algo con las convocatorias de estos días como única manera de modificar el decurso en que nos han colocado los partidos parlamentarios y sindicatos. Así ha sido, pero ¿y dónde estamos ahora?

Resituémonos. Ganemos perspectiva para no dejarnos entrampar por la coyuntura. La ola global iniciada por las rupturas constituyentes en Grecia, Túnez, Egipto, etc. por fin ha traspasado las fronteras. Ya está aquí la posibilidad de hacer efectivo un giro radical. Pero esto no ha hecho más que empezar y puede arriesgarse a no ser más que un momento. Es preciso pasar del gesto al movimiento.

¿Qué ha producido esta ruptura? Sin duda se han de apuntar las condiciones estructurales que resultan de décadas de implementación del proyecto neoliberal. Pero estas ya estaban. También podemos apuntar a la disponibilidad de un nuevo repertorio modular de acción colectiva, ahora reforzado, constituido en la infoesfera (en la red) para territorializarse, temporalmente, autónomo y desobediente, en el espacio público. Pero esto también estaba antes (en el 13M, en V de Vivienda, etc.).

Si queremos comprender lo que sucede hemos de mirar a la “estructura de oportunidad política” (EOP) y al discurso movilizador. Por lo que hace a la EOP (el conjunto de condiciones institucionales y contextuales que articula un orden), una variable destaca: el proceso electoral en curso. Si el movimiento quiere ir más allá de la jornada de reflexión y el 22M (momento en que se puede cerrar la EOP por el previsible incremento represivo y la retirada de los oportunistas electorales) tiene que pensar cómo evitar la estrategia de tensión a la que lo abocará el mando el próximo sábado. Se trata de reducir al máximo los costes de participación evitando a todo precio caer en la incitación a la violencia de las fuerzas del orden.

Respecto al discurso movilizador, hay que destacar cómo su desideologización (que no despolitización) no es más que aparente, una manera de rebajar los costes ideológicos de participación que debería de ser tenida muy en cuenta si no se quiere hacer abortar el movimiento. Las reacciones viscerales, desconfiadas o escépticas, cuando no cosas mucho peores por parte de las diferentes familias de la extrema izquierda, por suerte, no ha conseguido salir del ghetto y no ha interferido en el proceso.

Paradójicamente, la infraestructura activista de la extrema izquierda es imprescindible para la continuidad más allá de las elecciones. De ahí su responsabilidad para con lo que suceda al movimiento del que quieren formar parte. Si no cambian de paradigma, si no abandonan sus marcos interpretativos estratégicos e identitarios y se deciden por abrirse a la simbiosis política con el resto, difícilmente podremos ir mucho más allá. No se trata de renunciar al pasado, se trata de entender que sólo es eso, pasado, y ahora nos toca ganar el futuro. Ya llegará el momento de los historiadores.

¿Dónde está, pues, la clave para continuar? En comprender la EOP, en rebajar los costes a todo precio, en reforzar el repertorio de las redes sociales, en producir un discurso alternativo. Este último se ha de componer con diagnósticos, pronósticos y motivaciones diferentes. No vale volver sobre la retórica de los relatos socialista, anarquista, independentista u otros. Toca pensar el futuro aquí y ahora, en la multitud. Seguro que se nos ocurre cómo.